DIEZ FRIKIS DE AGHATO CHRYSLER ( entrada nº4 )



CAPITULO IV
JACKERSS





OSAKA

JAPON

 

La Deep Web… la última frontera. Estos son los últimos enlaces de una internet más oscura, la profunda, operando en lenguaje scribd; idioma extraño de programación que sirve en la desfragmentación de sistemas o aplicaciones que emplean un interfaz de usuario con la que los servidores dinámicos gestionan los sites y las bases de datos de la Dark Web.

Entre los sombríos dominios, agazapados, abrigados por una gran comunidad de indeseados, se encuentran los Hackers. Figuras raras, confusas, autodidactas que emplean sus conocimientos y horas en peligrosos campos, terrenos prohibidos delinquiendo sin miedo, sin respeto, sin obediencia por un espacio frio y acelerado, solo por el mero hecho del aburrimiento, e impulsados entre las opacas señales del wifi como culebrillas de agua ondeándose junto con los parpadeos lumínicos de un modem activo, siempre buscando la manera con la que entrometerse en vidas ajenas o rasgaduras en el velo virtual. Mecánica intuitiva, datos encriptados. Típicos seres alimentados por dosis de maldad, antisociales viviendo su realidad, ermitaños apartados del mundanal ruido, jóvenes inexpertos pasando la pubertad, todos bebiendo de ese maravilloso y cautivador mundo de la programación, adquiriendo experiencia, conocimientos, arte para seguir avanzado en el intrínseco ámbito del hackeo.

Pero lo cierto de todo esto es que también este universo se halla dividido, dos realidades existiendo a la par; el bien y el mal; el ying y el yang; la luz y la oscuridad, dueto de sectores naciendo a la vez; vida y muerte, hasta llegar a engendrar una lucha interna de cual división es la mejor. White hats, también conocido como hackers de sombrero blanco o éticos, sujetos que protegen al débil, ayudan al novato y vigilan un sistema lleno de vulnerabilidades para su rápida curación, coordinándose en pocas horas una gran comunidad y corrigiendo los fallos. Black Hat son aquellos a los que llaman sombrero negro, distintivos representantes del lado más sucio del poder, agitadores que solo buscan realizar actividades ilícitas con el fin de destruir, vender, someter, chantajear ante sofisticadas técnicas, apoderándose de datos y extrayéndolos con fines monetarias.

Entre la extensa variedad de ciberdelicuentes se encuentran los indomables, los que se creen intocables, los que solo buscan la fama o beneficiarse por sus malos hábitos de conocimientos;  los Chackers, su única finalidad es la de dañar redes u ordenadores, rompiendo la seguridad de estos; los Phreakers, personas con amplios conocimientos en telefonía para la realización de actividades ilegales, electrónica aplicada a sistemas telefónicos, especialista en el hackeo a móviles; los Ciberpunks, en la comunidad Jacker son referidos a los magos de la criptografía; los Carder, expertos en fraudes de tarjeta de crédito violando exitosamente el acceso a sus códigos con un control absoluto, robar y clonar; los Sneaker, individuos contratados por grandes empresas para tratar de irrumpir su sistema y probar su seguridad; y los Hacktivistas, miembro de un club selecto que utiliza sus habilidades para penetrar en la red con decretos y emblemas políticos, el ejemplo más claro seria el grupo Anonymous

Creatividad y vocabulario underground.

La vulnerabilidad del software, computación de caracteres en dispositivos electrónicos, es fácilmente accedida por piratas informáticos, maleando las piezas en ataques indiscriminados con interacciones de cálculos complejos y finalmente corrompiéndolos hasta abrir puertas traseras en la transcripción de criptogramas,  uso de hack y bugs en protocolos operativos de IRC o técnicas de cracking. Allí los últimos eslabones de una sociedad corrompida es agasajada entre vítores, halagos y un ardiente reconocimiento, aumentando su patética hombría entre gafillas de pasta gruesa, calcetines de lana gorda y pensamientos cargados de obscenidades, con la ejecución de códigos binarios y programas rastreadores ante la conversión de coders en un desarrollo malware.

Los foros, nido de ellos, son lugares peligrosos en el que la caza se palpa en el ambiente, comederos en el que las victimas pasan sus horas sin saber cuál de ellos caerá, en el que las protecciones de seguridad son asaltadas fácilmente abriendo sus Key para corromperlas en apenas segundos con un bombardeo indiscriminado, y cuyos virus son vinculados a altas velocidades por un ciberespacio constante; traspasando, embistiendo las defensas férreas  de aquellos países que privan la libertad de expresión o el uso de compras ilegales. Las censuras locales son solo un mero juego para estos ignominiosos entes del averno, derrumbando los enlaces y desvelando verdades incomodas que el mundo jamás asimilara.

Aunque lo cierto de todo esto es que hay mucho mito detrás, cientos de historias llevadas a los extremos, leyendas de una internet lóbrega y amenazante, una mortal tela de araña. La gente habla y sugestiona, trata e induce, altera y roza a los infames, a los inmorales, a los corrompidos degenerándose en esas interconexiones y componiendo una sonata siniestra que llega a un alcance mundial bajo seudónimos o Nicks muy variopintos. La prole registrada, depravados, se ocultan entre identificaciones heterogéneos de códigos de barras indetectables, ubicaciones modificadas o voces distorsionadas, evidenciado un historial de navegación que hace llevarles a una mejor experiencia en su empleo, extendiendo sus garras y la mala fama entre los sombríos atardeceres de los HTML.

Pero entendamos de una vez lo que es la Deep Web. Ya es hora. Si la Clearnet es el internet tal como la conócenos, la Deep Web seria como las entrañas mismas del propio infierno. Duro, directo y mordaz. Explicarlo teóricamente englobaría temas, cuestiones o palabras técnicas que solo entenderían unos pocos. Por lo tanto, la forma correcta en exponerlo solo equivaldría a un símil muy básico y liviano. Deep Web; en un contexto más mundano preexistiría como una gran ciudad, una inmensa metrópolis con las confluencias de lo vida misma, lo real, lo sincero, nada de repulsa, juicio o represión, coexistiendo con ella la Dark Web; cientos de barrios enmarcados en hileras desperdigadas de motores de búsqueda en un espacio continuo de direcciones de IP, calificando los lugares como buenos y malos a la vez, y cohabitando entre ellas sin que nadie se les acerque, califique o fustigue por sus condiciones orientativas, hasta finalizar con la unificación corporativa de la Darknets; callejuelas sucias y malolientes de precaria condiciones, desorden, crimen, vagabundeando en ella las peores ratas del ámbito cultural.

Una civilización al punto de la extinción.

No hay vuelta atrás para lo que se nos avecina, somos meras truchas nadando a contracorriente, creando un estilo propio, una disoluta conducta, un mal habito, difundiendo la noticia del momento por el boca a boca, lo viral, lo tuiteado… títeres de un sistema mecánico que hace que nuestros talentos se embotonen en ondas lumínicas, acaudillándonos en un trabajo precario y sin descanso para enriquecer a un régimen opresor, e incluso los niños desde pequeños son adoctrinados en la escuela para que esa mala influencia recaiga sobre sus cabezas manejándoles y horneándoles a su manera. La automatización del progreso es la administradora de nuestros avances circulando bajo nuestros pies en forma de fibra óptica. Es tan cotidiano, tan normal, que lo vemos a diario, una burbuja pura “, y lo digo entre comillas, de maravilla perdida. Pero la verdad es que no la vemos como realmente es, con sus tentáculos, sus apéndices, sus prolongaciones, las cuales te atrapan y no sueltan, te succiona y no arroja, una maldita droga de tiempos modernos.

Y es cierto, muchos tienen ese síndrome de abstinencia cuando las horas se vuelven tediosas y los influjos del abismo te llaman. La terrible adición es una batalla perdida ante la drogodependencia, la cual está ligada a conexiones intermitentes para que el maldito chute que proporciona te haga subir alto, quitándote el mono y modificando nuevamente el funcionamiento del organismo. Son ganas de ir a más, lo reconozco, transportan a estos sujetos a enlaces de conexiones proscritas, y cuyos monstruos de armario salen al exterior para intentar expiar sus pecados con productos indecentes o pecaminosos.

El mercado negro, la otra estampa.

La denominación de origen del citado castillo de hadas, es la antesala de la propia locura humana, una paranoia de la indecencia, un desequilibrio lustroso de llamativos colores, el  oscuro rincón del ogro, infausto, húmedo, un asentamiento de impureza relacionado por clandestinas mafias vendiéndolas a un consumidor impúdico, escabroso, y accediendo por ella ante el sellado surco de la Dark Web. Los navegadores de esta, especifican un contenido fugaz valorándola en mayor o menor media con una calidad en el producto, un estado correcto o apropiado, la disposición inmediata del género y una cuantía significativa ante la elaboración del artículo, siendo distribuida por la Darknets en un proceso final con la compra o venta del anunciante. Una ilegal tienda online frecuentada por pederastas, misóginos, asesinos o hacker, y cuyo hándicap notable seria el obtener piezas anómalas en pocas horas bajo el pago predefinido de criptomonedas circulantes.

Pero aquí los mayores culpables de su auge somos meramente  nosotros, los consumidores, una clientela licenciosa que motiva a los alienados en su devenir de delitos con una dote sin igual, instalando sus chismes nauseabundos en un comercio prosaico de descocados relaciones, anunciándolas en esas guaridas donde los perdularios juegan entre los ronroneos de una pequeña rueda y el cliqueo de un interruptor. La vocecilla interna es la guía, la que marca los pasos a todos ellos llevándoles a esas atmosferas cargadas de humo podrido, de pis rancio y enfermedades parasitarias, dejándose querer entre los tapices oscuro de la inmoralidad donde unos ojos chisporroteantes centellean en una pantalla plana y el traqueteo de una botonada clásica, visualizando los primeros objetos de esa extensa originalidad incalculable: chupa pezones eléctricos con olor a estiércol; lavativas de vinagra en blanco y negro; condones usados con sabor a ajo; pelo de culo de mono para trasplante capilar de cabeza; hasta terminar con una terrible abominación, la discografía entera de Perales y Joan Manuel Serrat.

Y allí, entre miles de personalidades diversas, reinventándose así mismo en una sociedad mística y enardeciéndose ante todos esos desechos orgánicos, se hallaba uno de estos famosos hackers a los que tanto nos hemos referido, intimidado, alejado, observándole en la distancia en un atuendo típico de Nerd y un cuarto cerrado con olor a huevos sudados. Gafillas de montura negra de culo de botella, estilo Geek; ojos rasgados e hinchados, muy amoratados; paletos frontales con sarro, montados y alargados; pelo cortado a tazón, lleno de grasa y caspa; rasgos sicóticos y estreñidos, medio en pliegues y apretados; piel macilenta de lunares, con yagas y ronchones.

Solitario, el joven imberbe, se postraba delante de una mesa de operaciones mirando fijantemente unos monitores, aire pasivo, condescendiente, estudiando minuciosamente las implicaciones a las que estaba acusando, mientras gestionaba un trabajo tan tedioso y rutinario que resultaba infumable. Por unos instantes, el lozano muchacho, torció el mentón a una segunda computadora donde la pequeña pupila quedo estampada en medio de una franja, reflexionando ante un contenido burdo y embriagándole por completo en los anunciantes rótulos de los asistentes viciosos, acto seguido dejo de lado en todo lo que estaba trabajando; un algoritmo de leguaje Java necesario para que el hacking  al que estaba componiendo, modificara sus técnicas y reescribiera un software original que solo fuera operado por piratas informáticos avanzados.

Los reclamos lujuriosos saltaban a cada golpe de ratón absorbiéndole en su responsabilidad, cada aviso que daba le calaba aún más, cada notificación una seducción, su mente se perdía entre las finas hileras de esa maraña moderna y el interés de aquello se multiplicaba por diez dibujándole una sonrisa en la cara.

<< Sumiller activos buscan juegos con botellas. >>

Cliqueo.

<< Camioneros de anchas espaldas, entregan paquete a domicilio. >>

Cliqueo.

<< Acompañantes anormales relajan glúteos con buenos masajes. >>

Cliqueo.

 << Balas de fogueo explosivas para magos de largas varitas. >>

Cliqueo.

<< Trampillas, resortes y bombas de humo, una experiencia extrasensorial con disfrute. >>

El individuo cliqueaba uno tras otros los cuadrantes, pasando línea por línea esa tabla ilegalizada, remarcando entre los favoritos lo que le interesaba, era un loco apasionado de ojillos achinados que se escurría literalmente por un torrente de estancia pervertida. Su cara, un éxtasis de aroma y sabor, se dibujaba en él un apetito voraz que era acusado por movimientos espasmódicos e introducidos en esa marabunta de objetos y servicios sexuales, un periplo personal entre aguas turbulentas. Las acciones llevadas le estaban produciendo un ruidillo nasal bastante peculiar, muy atrapante, algo desquiciante, hasta él mismo se exasperaba por los sonidos cortantes, ocasionando una bufada entre los huecos separados de sus incisivos centrales.

El listado estaba al completo, visible, saturado, llevando a los artículos de un lado a otro mientras él seguía inmóvil en la silla. Los productos más caros quedaban en la cola, los asequibles en la mitad y los difíciles de conseguir en los primeros puestos. Aquella tienda online estaba haciendo su agosto, parecía tener buena aceptación ante el público, miles de visitas en pocos minutos, recarga integra a la venta, likes de aprobación continua. Esa web de corrupción descontrolada era la nave insignia de la Darknets una emponzoñada existencia que sugería al podrido y corrompía al honesto, destapando los trapos sucios de una sociedad y la exponían a compradores que no cejaban en el empeño de soltar más y más bitcoins.

De repente, en medio de ese tropel de indecencia, un espacio abierto quedo en la sala, una sección que ocupar, un hueco libre.

-          ¡ Oooooh, vaya, vaya ! – su dedo corazón se alzó directo, sin escalas, hacia la montura central de las gafas elevándolas suavemente ante la inevitable caída al abismo – por fin hemos tenido suerte,  ji, ji, ji, ¡ ahora, sí ! ji, ji, ji – la alegre risa, paleteando de arriba abajo los dientes centrales, se exhibía caricaturescamente como un ataque de hipo de una ardilla cachonda autóctona de la zona - ¡ aquí, aquí ! ji ji ji. – los susurros iba y venían entre colmillos velados – lo pondremos aquí, ji ji ji. Sí, será una buena idea, sí, creo que sí, ji, ji, ji.

El espacio fue ocupado, apenas fueron segundos, con un cliqueo estrangulado llevándole a asaltar en esa oquedad virtual un rosario de fotografías desenfocadas, poco iluminadas, alteradas; tinte, reflejo, definición…ajustándose aduras penas en aquel recuadro deplorable como algo novedoso, impactante, apetecible. El ofrecimiento del usufructo tema, distaba bastante de lo que realmente era. A primera vista, podría ser el típico juego para adultos si nada más que el empleo habitual del desahogo, pero aquello tenía su propia función y la composición de los objetos difería mucho de lo retratado a simple vista llevándolo a otro nivel. Casco metálico de iluminados colores ( ¡ un puto árbol de navidad andante ! ), con entrada y salida a puerto USB en la zona del cogote; Gafas 3D de realidad virtual última generación ( pero del lado de las descatalogadas ), tuneada en forma de mascara de gas y pintada como la Matanza de Texas; Guantes de látex ( vamos, los típicos de fregar de toda la vida ) con sensores ultra sensibles en las puntas de los dedos; Cilindro de aluminio coniforme e insertable o extraíble ( el vibrador de siempre, el de las tiendas de Sex-Shop ), utilizable para juegos de mayores; Baterías de silicio externas ( trabajo de manualidades para niños, unidas entre si para mayor carga ) combinables con un chaleco reflectante de luces LED ; Y por último, metros y metros de cables con clavijas, ventosas, pinzas ( ¡ chispazo seguro ! ) adaptadas a los extremos para machos y hembras.

La contextura de la obra, total despliegue de imaginación, era aclarada entre débiles fotografías de vaga aceptación, presentándose, resolviéndose entre sombras y contornos la figura de un maniquí y las especificaciones visuales en el uso y manejo de los artilugios expuestos. El proyecto en si era imponente, pintoresco, una referencia única que empezaba con la puesta de un yelmo expeliendo interrumpidamente destellos cegadores marcando el inicio de un algoritmo de luces, e iban siendo talladas a un hilo de cobre que se soldaba a la máscara anti-gas, una procesión de representaciones pictóricas se encajaban directas a la pupila. Abajo, un humo grisáceo se delineaba en el aro de aquel cilindro cónico, éste era enganchado con dos pinzas metálicas a los genitales y dos ventosas a los pezones, moviéndose de arriba abajo sin paradas en un estado vibratorio. En las manos, amoldándose a la perfección, se hallaba los guantes de latex vertiéndose en un manojo de cables que iban siendo conectados en un tropel de carreteras y autopistas, rojo, negro y amarillo, a casco, mascara y chaleco en un desfile de ingeniería moderna. Éste último, junto con las 15 baterías entrelazadas por dentro del forro, escupía una nueva serie de cables que era elaborado ingeniosamente por uno de sus extremos en forma fálica de 22cm, la cual colgaba pendulante cerca del ano. Una flecha verde indicando hacia abajo se dibujaba en la parte trasera del chaleco, parpadeaba, titilaba, la radiante luminosidad enunciaba con letras bien gordas, Insert Coin. Para finalizar, una pequeña descripción rezaba al pie de la fotografía.

<< Reactivador sexual para juegos eróticos, ella y el. Un complemento único, versátil e inmejorable que hará que las delicias de tu pareja se conviertan en el sumo del éxtasis.

El íntegro dispositivo de raro concepto “ Persinex “ ( perfeccionamiento simplificado unisex), calmara todas esas tiranteces que puedan ocasionar un matrimonio; represión, discusiones, problemas de erección, jaquecas… alentando al tímido y reanimando viejos apetitos que se creían olvidados.

 ¡ Ya no mas esos días sosos !, ¡ alegría para tu gozo !.

El modernismo puede ser el sedentarismo de la monotonía, una regularidad periódica de realidad rutinaria, en pocas palabras una pesada carga que elimina la aventura y mata al desenfreno enlazándolo en una gruesa cuerda con cero juergas y carencia en la frescura. Lo opuesto al tema seria lo anormal, lo que pensamos y no hacemos, lo que queremos y no decimos; oscuros deseos, viciosos sueños, latentes fantasías… accediendo a un punto G para relajar tensiones en la creación de nuevas ilusiones y conceptos inesperados.

 ¡ Cambio emocional reflejado casi al instante !. ¡ Vivacidad, juventud, euforia!.

La forma de ser en tu actitud, tu compostura, harán que progreses a otro nivel en el escalafón reflejándose en un estado de ánimo de disfrute y exultación, una  elevación espiritual al frenesí en un instrumento exclusivo para el deleite de la propia lujuria.

 ¡ Se acabaron ya las caras de vinagre ! ¡ Fuera complejos !. ¡ El pasado es historia !. No hay vuelta atrás para la desilusión, todo será homogéneo, unión, quedándote ensimismando en un mundo de erotismo, sensualidad y positivismo de horas y horas de ascensión. >>

Dos reglones más abajo.

<< Nota: El uso indiscriminado de estos objetos, no acto para infantiloides, pueden llevar a una cadena de efectos secundarios que posiblemente acarreen al interesado una serie de secuelas de difícil rehabilitación, produciéndose en una primera estancia una variación en su comportamiento y una clara dependencia ante el manejo inusual de las piezas. A lo cual, el proveedor no se hace responsable de la manipulación imprecisa que se le dé, siendo solo el comprador el único y propio culpable de su activación o procedimientos equívocos que se tomen en las primeras fases. Por lo tanto, en representación de asociados de intermediarios e hijos, cabe recalcar el decreto ley 78 artículo de comercialización de extranjería 1.2 barra 12 - ante el cumplimiento mercantil de mayoristas de la Dark Web, los Geeks Piratones, rechazaran cualquier acto de negligencia causado por el comprador, no haciéndose cargo de costes hospitalarios o de remedios de herbolario con la única finalidad de sacar indemnizaciones estratosféricas en demandas a la empresa -, a lo que se prescribe una serie de recomendaciones para la práctica incorrecta de los factores interpuestos, siendo determinante una larga lista de contras para el conocimiento lucido del consumidor.

 Citamos las más importantes:

·         Si padece usted problemas de alergia, tumores u otros trastornos hepáticos, el tratamiento de este producto puede alterar su sistema inmunológico con una debilitación en su masa muscular, molestias estomacales, insuficiencia respiratoria o llegar al caso de darle un ictus hemorrágico cerebral. Si el proceso persiste, no dude en consultar a su médico. ( Acotación: Es preferible hacerlo en los tres primeros pasos, con el cuarto posiblemente ni lo cuente ).

·         Los componentes adquiridos del dispositivo son de fácil adquisición; objetos desechados, piezas baratas, restos orgánicos de fabricación made in Taiwán, purgando  a un sistema corrompido hasta llegar al punto de detonarse a las dos horas de la conexión, una pequeña explosión descontrolada que dejara al cerebro más frito que un aro de cebolla, convirtiéndole en un Ficus andante. ( Su familia podrá estar la mar de contenta llevándose el kit completo; quitarle la baba, sonarle los mocos, limpiarle el culo… ). 

·         Si usted ha tenido problemas de dependencia a drogas o alcohol, no debe utilizarlo a menos que su médico se lo indique formalmente, los efectos derivados son mareos, vómitos, taquicardias o parálisis parcial de su cuerpo. ( Un morro torcido como la alpargata de tu casa ).

·         No emplearlo recién duchado, las cargas completas de las baterías de litio pueden llegar a producir quemaduras en primer grado, erupciones epidérmicas, abscesos a la dermatitis, cáncer de piel e incluso ulceras internas que licuan tus riñones en pocos minutos. ( Blandiblu rojo, blanco y amarillo ).

Las sugerencias injeridas son meramente informativas, incorporadas al estatuto para la prevención de cuestiones  legales, injuriosas o judiciales, un dictamen apático que nos rige en una legislación penal de cargos o delitos de infracciones sepultadas entre torretas de documentos y papeles, concluyendo con un alegato de admisión de translucidos términos acto para todo el público. Cualquier persona responsable o causante de su venta, o medio, no será procesada, exculpándole de cualquier delito que implique acciones contenciosas de este sistema metódico.

 Gracias. >>

La puesta a punto del cetro mágico de erotismo había concluido, remendando un error y purificando a las almas perdidas de todo el que pasara por allí con una densa clausura de ratificación que daba los detalles de ese irrevocable elemento de la degeneración.

Los ojillos achinados del cerebrito se despegaron un poco más de lo normal, obteniendo un ángulo de visión más amplio, donde los oscuros antejos de aumentada dioptría se amplificaban por su borde y exponían una desaseada pestaña que ensalzaba lustrosamente unas  legañas, las cuales era arrinconadas por la sequedad de la cuenca creando en ella una colina astrosa. La ignorancia del sujeto era clara, su labrada veta de descuidado abandono era pasada desapercibida por un monitor parpadeante, atractivo, interesante, acechando pacientemente como un depredador, a los primeros interesados entre combados labios y claqueteos dentales. Ante la espera, la rechoncha nariz era hurgada sin medida, sin control, entre oscuros dominios y costrosas paredes, desprendiéndose de esta, mucosidades maleables que eran masajeadas entre los suaves dedos de la escuálida y enfermiza forma. El oprimido pervertido había finiquitado por fin su obra, había acabado con ese cometido y el acuso de recibo al que había impuesto a sus clientes era de 99 bitcoins, una verdadera ganga para el que no tuviera ojos.

Pero lo cierto de todo aquello, si se podría decir como tal, es que la mentalidad del susodicho no había perdido el norte, aunque así lo pareciera, su aventajado cerebro iban cinco pasos por delante de una persona normal y había considerado los pros y las contras de la manufacturación de objetos raros. Sabía que los coleccionista, personas enamoradas de lo estrafalario, excéntricos que no miraban el precio, la tasa o la estimación en el mercado, podían soltar grandes sumas ante una pieza exclusiva, un exótico compuesto que rápidamente era evaluado por el ojo clínico de un experto, para seguidamente ser comprando sin miramientos en una puja a muerte. Cuando la vista fijaba una presa no dudaban en obtenerla a toda costa, un botín caprichoso, el trofeo de todo maniático, la persistencia era la seña de identidad que ostentaban esos perros de presa, unos Pitbull que enganchaban con sus fauces para no soltar.

Pero señores, no se confundan, ni se hagan ideas raras, sepan que aquello que se vendía aprecio de puta, no era bueno, nada bueno, más bien era una mierda pinchada en un palo y el usuario de a pie, el vulgar de toda la vida, lo sabía, no picaría ante una estafa que se notaba a leguas, por lo tanto la idea anticipado del oriental no elucidaba un buen por venir, y era muy probable que las ofertas que tanto anhelaba se pospusieran hasta el punto de que el plazo de alquiler por el dominio del hueco de la web expirara, desapareciendo a las pocas semanas como las cientos de absurdeces que había puesto a lo largo de los días.

La adherida visión era proyectada incorpóreamente en el reflector, sin parpadeos, sin respiración, engullendo como un obeso comilón las radiaciones que eran emitidas por el instrumento. La ansiada subasta se estaba postergando demasiado tiempo, relegándose a un puesto que no se merecía, la sensación que le recorría era de humillación, vergüenza, menospreciando las horas y días que había invertido en ello, noches en vela, pasta, degradación, la espuma del juego se disipaba como un mal sueño, esfumándose en el aire como las notas musicales de un piano. Los cientos de activos que vagueaban por allí, entraban, se confundían, se agobiaban y volvían a desparecer tan rápido como habían llegado, dejando tras de sí esas ondas intangibles y unas conexiones cifradas. De vez en cuando, algún salidillo, mandaba mensajes privados para intercambiar teléfonos, fotografías desnudas o citas para bukakes, por lo demás aquello estaba más muerto que el pingajo de un anciano de cien años.

La entrecortada respiración se manifestó como un brote colérico, poseído, intratable, una a la que había que empezar a abrocharle una camisa blanca sin mangas y dejarle en un cuarto acolchado. Frente, ojos, mofletes se exteriorizaron con tic nerviosos, corrientes musculares esporádicas causados por la exasperada actitud erigiéndose como el preludio de un trastorno violento e imposible de retener. Los primeros síntomas del germen eran preocupantes, perturbadores, llegando a estremecer a las cucarachas del apartamento para que se retiraran a sus escondrijos. Aquel sujeto no era ni mediamente normal ni completamente cuerdo, su condición se acercaba más a la de un esquizofrénico de mente bipolar, tan buenamente podía ser un tipo simpático y agradable como un ser paranoico y exasperante a los que había que atar. Una cabecita no acta para cardiacos con más equipaje de la que podía tratar, una mochila bien cargada.

El escritorio donde se hallaba se elevo un par de palmos de sus juntas,  varias astillas saltaran por el medio, las rodillas fueron las causantes del traqueteo desbocado, eliminando los topes y quebrándolas con sus arrebatos. El paroxismo del que hacía gala prensaba las fauces con fiereza y aguantaba ese descontrol síquico, la tendencia a dejarse llevar podría hacer emerger a otras personalidades con las que perdería el mando de la situación y la satisfacción a una represalia. Aquel hacker quería ser él mismo, el juez, el verdugo, el enterrador, el que brindara en copa ancha y sirviera la venganza en plato frio, nadie debía salir indemne de la acometida, el desagravio debía ser subsanado por esos conocimientos de crakeo de nivel experto, elevando su pecho hacia arriba y exhalando una bocanada fuerte de aire con la que hacerse seguro. Equilibrado control, descomedido balance. El resentimiento por la pérdida de aquel premio deseado haría que todo el mercado negro de la Deep Web le conociera, supieran de él, les haría pupa, escocería, nadie se salvaría; ni extorsionistas, ni lujuriosos, ni mafiosos, casposos, novatos o lilas, los conocimientos con los que predicaba harían saltar los candados de las celdas y elevaría su fama como el Black Hat más temible de la red, el llamada muerte , el demoledor de cimientos de la internet oscura. 

-          ¡ Vais a conocer mi ira ! – dijo malhumorado – ¡ si !, ji, ji, ji ¡ la vais a conocer !. Ji, ji, ji. ¡ Vaya que si !.

Shoyota Hitengo es considerado como un espécimen de difícil definición, aquel que se reitera como un expósito de estercolero, el desamparado solitario de los yermos, un descatalogado ser de varios términos;  prehistórico, antediluviano, corrosivo, violento, marginado, oxidado. La  versión opuesta al conocimiento, a la enseñanza o a la instrucción, la cicatrizada herida de desmemorización, popularizándole por toda la banda ancha de la red como el grillo que nunca calla, el pintamonas de la jerga ridícula, el símbolo inútil y poco usado de los caracteres, el inigualable y majestuoso “ Grifo Alado “ ( por feo y deforme ).

Si la complejidad tuviera nombre, no habría dudas, él sería el escepticismo de la confusión flatulenta, el eyaculador de ideas, la dejadez más defecada, siendo, inigualablemente, como el japonés más penoso que ha parido madre, un Bogus, en el mundo de las ondas oscuras es aquel que sin pasar por previas técnicas se autoproclama hacker consiguiendo el desprecio de la comunidad por sus ineficaces fechorías, un inepto virtual de alarmante señal. La corte le llama “ Japo Infectado “, el  se consigna como el rey “ Sind-Rome “.

Shoyota  representa el lado más torpe del Hacker, la mediocridad al cubo, la pánfila existencia del llamado Lamer o Script-Kiddie; tipos negados, inservibles, improductivos, falta de genialidad, incompetentes, veneno en la materia, ejemplares que les son imposible distinguir el sistema libre de una red al de una privada, la capacidad de amplitud de un disco duro a la limitación apurada de un diskette 3.5 o el procesamiento de velocidad de un lector de CD-ROM al rebobinado común de un casette. Inutilizándose a sí mismo con programas beneficiosos, aportes que ayudarían a darle mayor velocidad a su sistema, formateando sin prejuicios como un inquisidor del medievol y provocando daños irreparables en el eje central del ordenador, la BIOS, el nervio cerebral de toda computadora.

Los individuos que se guían por estos fines poseen el llamado síndrome del narcisismo, un ego inabarcable que atraviesa más allá de lo conocido o por conocer, un idiotismo inusual que se desviven por un razonamiento mongólico de mentalidad retrograda, cualquier lógica traducida es la divinidad al cuadrado de la propia “ Matrix “. Poseen comportamientos muy dispares groseros, malcriados, irrespetuosos, incorrectos, e incluso algunos villanos creen estar en una sociedad antiparasitaria, larvas podridas saliendo de huevos, semíticos que les falta un hervor, glorificándose como semidioses con un gran poder. Es por ello que la importancia que dan al hackeo les aparta del mundanal ruido y les traslada a otra realidad con la que se siente a gusto para revelarse como son, ósea, crackeadores de código fuente que insertan en programas o juegos con variaciones que vinculan el proxy para la obtención de vidas ilimitadas o poder absoluto. Tramposos indiscutibles que monopoliza el sistema ante las conexiones script y loguean con el uso de hack cualquier hueco que les dejen accesible. Un sniffeo multiuso en toda regla, consistiendo en el “ olfateo “ de codes, la apertura de bugs  y el patrón conexo  de los protocolos de seguridad, basta decir que también lo usan para menospreciar y ridiculizar con su gran superioridad aplastante a los Gamers de la elite. Pero la verdad, como cualquier mierda soltada en el agua, todo sube y sale a flote, destapando a unos seres pésimos, nefastos, inútiles que apenas saben atarse los cordones de los zapatos o beben pegamento de bote en la aulas para luego llamar a sus profesoras y decirlas que tienen la lengua pegada al paladar, e incluso le cuesta introducir su login y password para entrar en su propia cuenta. Ellos son los citados “ Nexux Mortem “, el mal virus de la zozobra, la genética perdida, el que está impreso en el propio a ADN, así son los que no pueden dar más de sí.

Shoyota es uno de ellos, un loco kamikaze, el error garrafal, la caída de la humanidad, la pieza más baja del tablero, el codón usado y agujereado, la toxina menos amenazante de la tierra, el sótano al que nadie quiere bajar, la guardilla que todo orco apadrina, estampando a un ser tan diferente que hasta él mismo se retrata como un Hacker –Ronnin, un chovinista de los códigos abiertos, el genetista de la numerología inversa, la excelentísima realeza de la realidad alternativa, el laureado “ Don “ a secas.  

Su desinformación es el compendio del caos, un galimatías que tiende a convulsionarse entre vómitos escabrosos, un mal al que no se le puede atajar ni amedrentar, injurioso, pecaminoso, poseyéndole en un ente nulo, ineficaz, cero, el mismo que fue destituido por el séquito infernal y vaga por el mundo como un proscrito marginal. Sus dedos quedan activados y la torpeza es evidenciada, moviendo las prolongaciones en un loco marchar como un cirujano ambidiestro en su quirófano magistral, bordando entre costura y soltura unos códigos de exposición, runas mágicas trasladadas al receptor. Pero las palabras quedan tan lindas en un papel que algunos tiende a confundir esa sensación… como diría yo… ¿ humorística ?. Su elegante velo agitándose entre el corsel de anillas en un apaleamiento fogoso del teclado, es como enseñar a un mono a comer con cubiertos, provocando desfases bestiales en los envíos de datos y desvinculando fórmulas de integración en el ordenador. La debacle viene después, haciendo creer al susodicho que su potente hacking es el que provoco el derrumbe del terminal dejándolo para el arrastre. En otras palabras, él es el soberano indiscutible de los Lamer. Hasta los Newbie, neófitos principiantes del ciberespacio, poseen más conocimiento y más experiencia que la que predica. 

Los “ Noob “ aprenden a partir de tutoriales, él no, investigan información en la webs, él ni siquiera se acerca a los libros de texto, beben de todos los grandes hackeadores, él solo aprende caligrafía de parvulario, y son denominados como la nueva generación que ha de venir, él ha dejado de ser llamado y tiende a ser la cuesta abajo de todo lo viejoven. Nunca les llegara a la altura del talón, ni asomara el tobillo por la costura de la pernera del pantalón, podría decirse que es la sanguijuela que espera en el agua encerrada entre cuatro paredes perdiendo contacto real con el mundo y pensando en su interior, que la selecta minoría de hacker le veneran y espera con impaciencia sus doctrinas celestiales con las que aleccionarles en sus cagadas.

Shoyota es aquel al que todos gritan como el marcado, la estampa , el del bautismo consagrado, la bestia, la alimaña que repta, un usurpador de la huella sanguinolenta, una empapada mancha de kétchup de numero condenado, 640 ( si lo dibuja bien es la cara de tu retrato ). Sin exagerar, jamás una ayuda sería discusión de debate, la red discrepa, comenta interpretaciones, aclara apariencia, forma, hecho y lo presenta como una epidemia. Un ordenador bajo su mando es la creación de una segunda Chernóbil en su cuarto; su instrucción modulada es la caída a lo más hondo, un agujero de gusano; y el montaje de placas y componentes es como asumir que tienes una tribu africana perdida en el comedor de tu casa y esperan a que les sirvas un Ñu a las finas hiervas, sin duda es el friki más vergonzoso y deslucido que ha parido internet.

Si en algo tenemos que premiarle, no agasajarle, es por su gran compromiso con las redes sociales, un fiel seguidor, un fanático admirador, un importante combatiente que se desvive día a día en esas pequeñas niñerías, quitándose un tiempo y una libertad que muchos otros ya hubieran abandonado, empezando por el peregrinaje de los memes absurdos del Facebook; las mil y una aburridas noticias de Twitter; los ridículos y poco a portables filtros de realidad aumentada de Snapchat;  las largas vigilias e infidelidades de WhatsApp; los variopintos e incoherentes  videos musicales de TikTok; las visionadas caídas de gordos en YouTube; el ligoteo estúpido y sin sentido de Badoo; y por último, no por ello el menos importante, las cotidianas subidas de fotos de comida y postureo de Instagram, mientras bebe Pesip-Cola link, come sándwichs de mortadela y canta coplas de sevillanas, a la vez que encarga por Amazon una peineta floreada desde España.

Shoyota es sin duda, el rompedor menos eficiente de códigos abiertos que opera entre los tres métodos del fin: web hacking, exploits y ingeniería inversa. Un patético pirata informático sin vela, ni barco, ni tripulación.

 

 

 

<< Tipo: temerario. Nivel: destructivo. Valor: hostil. >>

La expansión vírica estaba a punto de comenzar, el doctor muerte se presentaba con todo su equipo, aumentando las distracciones y llevándolas a cabo con acciones extremistas para que la corte celestial se amilanara con las primeras invasiones. Sangre, dolor, carga… Claros nubarrones comenzarían a teñir la Web, la señal agónica se especificaría con un derribado de muros de seguridad y capas y capas de infranqueables códigos HTML, el latigazo magistral insertaría el filo puntiagudo del cuchillo en una entrada suave por la puerta de atrás, oculto entre saludos y una buena follada. Allí ya no había ni buenos ni malos, ni gordos ni flacos, ni calvos ni poblados, solo ira y destrucción. El aumentado arrebato fracturaría las grietas internas de la red y haría que los huecos más grandes del ciberespacio emergieran a la bestia nombrada, la dentada, la perturbada. Shoyota por fin se había propuesto el día en el que marcaria un antes y un después en toda la Deep Web, la historia hablaría de él, saldría en los libros de texto, y si todo iba bien, seria reconocido por su sangrienta batida de trabajo datado como el apocalipsis de San Juan. Si sus previsiones eran correctas los códigos encriptados comenzarían abrirse en pocos minutos, sustrayendo claves en un saqueo laborioso y dispersándose sin control por todos los enlaces de la red, pulverizando el sistema y cualquier rastro de ofensa procurada a la que había sido acrecentado.

Los malwares ronroneaban en los primeros puestos de salida, bamboleándose en un tira y afloja e inquietando a un gran sector, mientras calentaban motores en un intrincado itinerario, donde prensión a las cámaras, esperando luz verde y la bajada de bandera.  Entre los destacados, enmascarando su predominio aplastante, se hallaban los number one de la aristocracia, la crem de crem de la burguesía, el nova más de la nobleza, los Sir de los Stars. Tan populares como indomables, tan públicos como desconocidos, casi invencibles, irreductibles en su género, colgándose medallas por las hazañas ganadas y batallando en una gala de renombres:

·         Mails Bomber o paquetes explosivos; dícese de aquellos correos dirigidos a usuarios privados con el peor mata sellos obrante, la sentencia de muerte de todo equipo, un ultimátum de orden abierta con la expropiación significativa de una serie de componentes vitales. Inyectando un veneno mortal justo en el centro de la medula, con enlaces purulentos y redes inalámbricas contaminadas, abarcando en su amplio deterioro la arremetida sin regulación. Malos, buenos, neutros, daños colaterales. Asociando cuentas de amigos, vecinos, familiares o enemigos en un onda devastadora para deleite de los encarnados villanos.

·         Jr. Gusano o el gran infecto Morris; un corruptivo transmisor de minada sección, perforando continuamente en un masticar pútrido de archivos fijos, desintegrándolos, exterminándolos, engulléndolos en su avance imperecedero. El comportamiento de este gen programable es solo y exclusivo del programador, dándole la facultad de reproducción a un sistema de duplicado de si mismo, una copia que no necesita intervención humana para su mejoramiento. Escarbando ilegalmente con un nutritivo canal de consumición hacia la placa central, el eje conductor del terminal, y culminando la labor en una típica distribución habitual de revestidos  protocolos de seguridad y anuncios moderados de BBS por la infinita red.

·         Troyano o caballo de Homero; es el recúrrete vil asociado, la demarcada línea entre lo abrupto y lo urbano, lo social y lo políticamente incorrecto, considerándolo como una de las peores armas de sabotaje a la que no se debe dejar entrar. Inteligencia de espionaje avanzada. Su mecanismo de relojería, es aquel que aprovecha lo cifrado y lo calado de un software, una inexplicable existencia que reporta taras y hábitos de un objetivo para condenarlo a un sistema de control remoto delictivo. Lo que se suele decir hackeo básico y rudimentario. Los archivos de texto, video y audio permiten su acceso a los dispositivos, en algunos casos cómicamente, garantizando una completa recuperación o investigación en los catálogos y allanando una información personal o informal del plan, abandonándolas o eliminándolas cuando la función ha sido cumplida. Infección evolutiva. Red de zombie para el hacker.

·         Spyware, Adware y Ransomware; tres cartas curvadas, tres coronas despiadadas, tres heraldos paganos. Sincera reseña de impuros abrazados por lo profano. Una vía incorrecta. Un puerto abandonado. Circulatoria fórmula de engranajes rozando los impares. Goza de articulaciones, uniones y acuerdos en una intrusión déspota de publicidad pecaminosa, dejando tras de sí a unas cookies envilecidas por esas toxinas torcidas. Carnada, victima usada. Credenciales, cédulas diagnosticando un mal funcionamiento en la red, ralentizando una navegación ante el hospedaje en los DNS de archivos host a los que redirigen a nexos de filibusteros y al secuestro requiriendo un rescate monetario por la eliminación de los pop-ups habituales o en casos peores, bomba lógica y el formateo del disco duro.

·         Y por último en el pináculo de la discordia enardecido por un leguaje inconexo y unas encimas diarreicas de tumores y ampollas, Ruby o Rails; la otra aplicación abierta. En el mundo hack es conocido por Rub, un frameworks que combina la simplicidad con la pluralidad, la colectividad con la intensidad, inyectando en sus extractos lesivos un océano de aguas incoherentes, posibilitando la edición en un mínimo de configuración y menos códigos. La capa que se oculta en el fondo verde, es la ilusoria nube que viaja por el ciberespacio, un paradigma de patrón predefinido de efectos complejos, vulnerabilidad, orientación, desgarrando literalmente en una espiral turbada de los cortafuegos más inescrutables de los navegadores. Modelo Vista Controlador ( MVC ). La metaprogramacion es el resultado de la sin taxis que integra unos y ceros, preexistiendo en un mismo leguaje de compatibilidad cuyos componentes específicos apilan puentes en las columnas y lucran su configuración convencional a una nueva base de datos. En otras palabras, es leguaje combinado de confusión significativa y conceptos unilaterales. 

El método bíblico de la destrucción continuaba, aquello era un proceso espeluznante que no vaticinaba nada bueno, hasta los cantos gregorianos parecían escucharse en la lejanía. El primer acto de aquel apocalíptico teatro ponía a los emisarios perniciosos en una agonizante recreación de desdicha y coléricos susurros, augurando malas profecías y el fin de un todo. Repercusiones llevadas a los extremos. La bella invitación impúdica. El banquete de las laceraciones aciagas. Los venenos enjuiciados serian los que engalanarían los trajes discordantes, marcando una locura a fuego lento en un perfil descuidado. Nukear al pequeño, Defacer al grande. Las corazas ya no servirían, ni los hechizos célticos o el don de la palabra fracturada, solo la terrible invasión de un legado cadavérico. Un portador de risa descontrolada forjando desde lo alto un trono de hierro. Su yo demencial, un caótico baile de disfraces hostilizado por el gen malévolo de enrabietada pelotera, esparciendo sin agravios el babeo subnormalesco de flemas pringosas y mucosidades elásticas, cayendo sin remedio por la comisura de los labios.

El segundo acto de la dramática obra, mermaba la utilidad anárquica del sistema. Un operativo recurso de reducida capacidad, la tetra-esfera virtual; seguridad cifrada confinada un en valor de huellas entrecruzada, Kerberos. La ISP ( Internet Services Provider ) quedaría desordenada en una aplicación de borrado coordinado y cuyos puertos se estrecharían en un clímax tenso, dejando a la red sola y herida. Allí los carroñeros la acecharían rodeándola en un aura hambrienta, deliciosa, y cuando solo le quedaran los últimos estertores de vida, la asaltarían en una jauría atroz acabando con ella aun con la sangre caliente.

Varios golpeteos bruscos se agudizaron sobre el teclado, los primeros compases de la danza de la muerte se obsequiaron en unas falanges enclenques. Tras de sí, padrastros y heridas coloreaban sanguinolentamente los bordes de plástico de los botones.

-           Ji, ji, ji. ¡ Ahora, ahora ! ¡ El gran Sind-Rome os condena !  ji, ji, ji – el animado comportamiento de aquel japonés apasionado, quedaba empapado por una habitación azotada.

La maquina ya encauzaba el originario ritmo fluvial de paquetería sistematizada, flujo constante anotándose en columnas infinitas de idioma universal, línea por línea, hoja por hoja, oscilándose en terrenos cambiantes de arenas movedizas y unidades elementales con particiones secuenciales. Un regentado organismo pluralizado de ingeniería comunicativa, atravesando cerraduras y puertas en ataques encriptados de bugs y codes en dimensiones independizadas. La orientación de los certificados determinaba los niveles en los que se movía, subiendo los fps para darle mayor rendimiento al equipo y bajando las cuotas de conexión en una ventaja casi suicida.

Un desnivel en la corriente eléctrica experimento una caída de luz por todo el apartamento, por lo visto el género anunciaba el trance personalizado de daños irreparables en la Deep Web. Todo iba a venirse abajo. Jaque mate a lo oscuro. Los bucles habituales aun se mantenían abiertos, advirtiendo a los administradores de las roots que el ataque iba a ser eminente, una corriente continua de virus confiriéndose a archivos ocultos a lo largo y ancho de la red en una distribución masiva de información para una comunidad comprometida. La violenta y autodestructiva formula de gama desfigurada y operador kamikaze, era irrefrenable. Sus recopilados conocimientos no auguraban un concebir bueno, la homónima parte era tan semejante al propio autor que éste ya se había adjudicaba el titulo de Guru; persona considerada como el sumo de sabiduría. Aquello iba a ser una escabechina.  

El humor de Shoyota ya era descontrolado, los moqueos, el parpadeo, los ataques de tos le absorbían mitad de su vida, precipitándole un vaivén desbocado de sudores fríos.

Los puentes adulterados de la conexión, cargaron los BBS en un cálculo de ecuaciones y funciones matemáticas con su estipulado arancel para la red de telefonía, direccionando la IRC a un anonimato y emitiéndolo a otro ordenador en las islas galápago de correo falso y remitente plagiado. Hackeo avanzado. ¡ Pasta, pasta !. Magia, instrucciones, técnica. En conclusión, la utilidad del lenguaje informático empleado por los interfaces gestionaban las webs dinámicas en una transformación final donde intervenían credenciales, contraseñas y un viaje sin retorno al propio Enter.

Ordenador, casa, edificio y gran parte del distrito se apagaron al instante, los ojillos achinados y medio felinos del “ Japo Infectado “ se reclinaron sobre el respaldo de la butaca. Éste en su afán de superación y destreza manifestada, solo resoplaba como una mula vieja mientras se limpiaba frente y cogote por el esfuerzo realizado.  

-          Ji, ji, ji. ¡ Malditos occidentales con caras de culo animales !. Así aprenderán esos ¡ GAIJIN ! a no menospreciarme. Ji, ji, ji -. Tono despectivo, fonética japonesa, burla al extranjero.

Unos minutos de relajación consentida le lucieron en una flaccidez poseída, abriendo y cerrando una boca de pestilencia balsámica en un océano de tinieblas turbadas, el contexto expresaba un pez fuera del agua. Pero la paz, ese confort, la serenidad se verían perturbados por un incidente repentino, desbaratando sus chakras ante una retahíla de golpes bruscos en la puerta principal. ¿ Quién podía ser ?. Las horas taciturnas no acompañaban a la invitación, el alienando sujeto puso tono de preocupación. Él vivía solo, ni padre, ni madre, ni hermanos, un niño de acogida apartado del mundo por su desagradable problema de higiene personal, un rancio olor corporal. Las mujeres huían, los hombres le temían, los animales orinaban en sus pies. Entonces, ¿ quién diablos tocaba la puerta ?. ¿Acaso eran las autoridades que habían reducido el rango de infracción y habían focalizado una ubicación ? o ¿ posiblemente los mismos, hace tiempo, habrían puesto un localizador en la casa sin que éste se diera cuenta, solo a la espera de una obtención mayor de pruebas anti criminatorias en su contra ?. Aquello estaba muy rebuscado, su hackeo había sido rápido, limpio y sencillo, la incertidumbre lo mataba.  

Éste se levanto nervioso, mordiéndose las uñas y comprometiendo a unas canillas mortecinas a desmoronarse como un flan. Los pequeños segundos se hicieron interminables, suavizando los pasos para hacer el mínimo de vibración con el que no causara ruido por los trazos dados. El tapiz oscuro le estaba ingiriendo, le estaba tragando, absorbiendo cualquier rastro de claridad en el reflejo, cegándole para que no pudiera ver más allá de lo que alcanzaba su mano hasta llevarle a duras penas a una mirilla desguarnecida con la que auparse sobre las puntas de los pies y colocar así un ojo encima. La corta estatura lo decía todo. Un morro babeante quedaba  humedeciendo en la madera.

Nada, allí no había nadie. El ángulo de visión era insubstancial, cortando los extremos y deformándolo en un campo con forma de esfera. Un difuminado en toda regla. Rápidamente los pensamientos del susodicho le embriagaron, acelerando un ritmo cardiaco e imaginando una fantasía paranoide solo producida por una mente Hollywoodiense. En ella podía verse a una escuadra de agentes afincados en los domicilios adyacentes, en las escaleras, en las paredes contiguas a la puerta, sujetando unos pesados escudos y unas porras gruesas, un ariete cóncavo abriría paso en el domicilio para ingresar a un ejército de hombres de la ley en un interior claustrofóbico. Abajo, pocos metros de allí, otro tanto de policías esperarían la orden de los superiores con el fin de asaltar en tropel para tumbarle sin arrepentimientos contra el duro cemento esposándole y leyéndole sus derechos. Aquello era muy típico en las películas de acción y Shoyota era muy aficionado a las tramas policiacas, por lo tanto debía resignarse a una escapatoria, su mano temblorosa giro perdidamente el pomo con la llave puesta haciendo contacto con la cerradura para despejar la incógnita.

El portón se desplegó, un chirrido espeluznante rodeó la colosal colmena de pasillos del edificio, emergiendo temerosamente una menuda cabeza al exterior. Mirada a la derecha, mirada a la izquierda. Ambas direcciones concretaban un vacio absoluto en las instalaciones, un escaso acogimiento por parte de las supuestas autoridades. Nuevamente las preguntas volvieron a su mente separándose entre lo real y lo ficticio. ¿ Yakuzas ? No, la zona y lugar no eran compatibles. ¿ Yureis ?. Imposible, los fantasmas era el mito más común y cultural del folclore japonés, aquello era un tema muy trillado para todo lo que se salía del canon. ¿ Entonces ?. ¿ Que podía ser ?. La opción más verosímil era la de algún gamberrete con mucho tiempo libre, un chiquillo sin nada más que hacer en la vida que intentar joder a los pobres trabajadores riéndose de sus miedos y creencias. 

Shoyota chasqueo la lengua en una pronunciación intangible, abusando de la enunciación en la palabra, en la silaba, en la consonante con un arrugado rostro de reprobación. El incordio de levantarse, de molestarse, de hostilizarse en una rayada incomodidad, aludía al intelecto que él no estaba allí para perder el tiempo en niñerías o juegos de portales, mucho trabajo que realizar y mucho estudio a lo que asimilar. Los fines debían solventarse en modo relajación, el embarazoso pensamiento de espejismo desbordado confeccionado por su mente damnificada, debían ser la clave para mermar la escabrosa desazón y diluir esa conjuración en aguas de borrajas. Solo el amago atrayente de la morada debía introducirle en una seguridad integra propia del hogar.

Pero algo le freno, una sensación, un elemento, un instrumento, parándole los músculos de arriba abajo en un despliegue literal de parpados al piso. El verdi-acuoso iris se fijo en un felpudo de gato que presumía en el recibidor, una carta, un sobre lacrado, un aviso de relativo interés abultado en una laborioso collage de pases, vales, resguardos, tickets… obsequiándole un excéntrico lord, Víctor Lambrechts, por un trabajo bien realizado en la Deep Web.

El  hacker quedo atónito, la desorientada cabecita amarilla quedo noqueada en un sinfín especulaciones, reprochándose por la torpe imprudencia que le vendía sin opción a compra un viejo decrepito, o eso es lo que pensaba el imberbe oriental cuando leyó las primeras líneas del texto. El joven no concebía la complexión del sujeto, no la forjaba en una mentalidad abierta, definiendo unos parámetros ajustados a un esquema arcaico y eliminando de la ecuación todo lo que se salía de lo paradójico; hombre de negocio, alto, apuesto, talante consentido, desbordante aura, vestido a la última moda, don de gentes. No, el enfoque dibujado era totalmente a la inversa, viéndolo entre fugaces suposiciones la caminata de anciano senil, arrastrándose en un taca-taca y pidiendo ayuda al mayordomo para que le limpiara el culo, muy propio de Shoyota y de su increíble invención. Aunque claro, después de cuatro cartas, un muestrario de bichos raros y varias localizaciones en diferentes partes del mundo, nadie sabía nada del susodicho operante que se ocultaba entre las sombras en un apadrinamiento de tres coronas del mayor asesino de esos tiempos, Jean Luc Mortenz.

El comunicado de la comitiva correspondencia, clara sintaxis de lo que le aguardaría, explicaba los por menores y motivos de la elección, halagándole entre vítores y flautas por un reconocimiento inmerecido y ferviente admiración por el ejercicio aplicado, suplicándole la asistencia al acto en un novedoso hotel al pie de las cumbres, en Celles. La invitación era la típica Escape Room de astucia, lógica, dotes intuitivas y complicados rompecabezas que harían retar a las mentes más avispadas en un tira y afloja hasta que solo quedara uno, el ganador se llevaría la suma nada desdeñable de un millón de dólares, libre de impuestos.

Un líquido ponzoñoso de grasienta saliva, resbalo sin remedio en una cascada bombeante del labio inferior, arrastrándose mansamente por una garganta de pústulas blanquecinas e imagen de incredulidad. Los ojos lo decían todo, el achinado espécimen había expandido el radio de la circunferencia en un blanco jade, alegando en el episodio una sorpresa inesperada.  La fulminante carrera no se hizo esperar, nervioso, alterado, inspecciono los alrededores en un pasillo muerto, volteando un par de veces el felpudo por si algo había quedado atrapado y en cuestión de segundos entro en el apartamento cerrando con un sonoro golpe. El tema tratado le habían separado el culo, dilatándolo en su chorreo mariconesco y ansiando en un interior pervertido la dominación del gozo, viendo en ello un escape para desviar posibles miradas ante la jugarreta expedida, matado dos pájaros de un tiro. Primero, había destrozado las ondas invisibles de la red y segundo, la sana competencia le brindaron la opción de desaparecer de allí por un pequeño laso de tiempo. Ahora era momento de hacer las maletas, coger los utensilios y embolsarse el premio.  

Mientras tanto, en la internet oscura, los pervertidos, los delincuentes, los asesinos y la chusma más cebada que no merecía verse en lo trivial del  mundo, navegaba apaciblemente entre los suaves oleajes sin agua y los dulces vientos enlazados, comprando o vendiendo sus servicios al mejor postor. Sí, todo seguía igual, nada había cambiado, ni el espacio virtual era más grande, ni la alterada Deep Web menos pequeña, el sinfín de internautas seguía embarcándose hasta altas horas de la madrugada surcando los dominios en sus botes de papel chips inalámbricos. Una absoluta carencia de la automatización, de lo mecanizado, de lo computarizado...

Procesando…

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