DIEZ FRIKIS DE AGHATO CHRYSLER ( entrada nº1 )


CAPITULO I
LA INVITACION






BOSTON

ESTADO UNIDOS

 

-          Mani, tío. Ponte las pilas, ¡ pero ya !. Llevas cosa de 3 meses sin hacer una puta mierda, solo apoltronarte en ese asqueroso sofá y rascarte las bolas a dos manos. Además la gente cercana a ti se queja; bebes como un cosaco, no bajas la basura, dejas el televisor encendido hasta altas horas de la madrugada y los vecinos ya se me han quejado de que hueles mal. ¡ Estas hecho un puto asco !, solo vomito de pensarlo  - un fornido tipo trajeado, bien aseado, bien perfumado, se acaloraba desde el receptor de su aparato. – ¡ Supéralo ! ¿ me oyes ?, todos perdemos a alguien en alguno momento de nuestras vidas, es ley de vida.

-          No, no, si ya lo tengo superado, no hay baches, ni agujeros. Te aseguro que ya está controlado. – Contestaba una voz triste desde el otro lado del interfono. – Mañana me pongo con ello, ¡ te lo juro !.

-          ¡ No me jodas Mani !, ¿ me ves cara de tonto ? ¿ viste que tengo algún derrame cerebral ? ¿ acaso visito bares latinos para mover el esqueleto ?.  ¡ No me vengas con mierdas !, llevo escuchando esa misma retahíla todos los días, para luego encontrarte por la mañana todo borracho en ese cuchitril de apartamento, cagado y meado. ¡ Joder tío, que solo soy tu agente, no tu puta niñera !.

-          Pero Patrick, ¡ la echo taaaaanto de menos!– las cuerdas vocales se le quebraban – ¡ por qué tuvo que llevársela !, ¡ porqueeee... ! – respiración entrecortada.

-          No tengo respuestas para eso Mani, no soy un puto dios que resuelve tus mierdas de dudas con un chasquido de dedos. Solo sé que el signo de la vida es tan peculiar y tan esencial, que hoy estas aquí como que mañana no. Por lo tanto, no le des más vueltas y sé un verdadero hombre, ponte ya con esa dichosa novela que el editor nos está retorciendo los huevos, dice que ya no nos retrasa más la fecha y en dos meses quiere ver resultados. Así que ya sabes, métele caña al mono que nos pilla el toro.

-          Lo intentare Patrick. – el interlocutor se absorbía los mocos intentando aguantar las lágrimas.

-          Nada de intentarlo ¡ o se hace o no se hace ! – le contesto éste con una réplica. – Mira, - Patrick intento razonar con él un poco más calmado - ¿sabes lo que vamos a hacer ? Vas a cogerte un par de semanas para irte de vacaciones. Si, mejor. Vete por ejemplo al campo y despeja tu mente; o si prefieres la montaña, disfruta de un resort en la nieve; o simplemente huye a la playa a mojarte el culete, lo que tú quieres, lo que se te ocurra esa alocada cabecita. Pero eso sí, ¡ por el amor de dios !, solo te pido una cosa, un único favor ¡ deja de pensar ya en ese puto pez de colores !. A todo el mundo se le muere a la primera semana, incluso cada minuto en tu misma calle un pez de colores hace el último viaje hacia la taza del váter, o se lo dan al gato para que se lo coma ¡ así que ya está bien de tanta tontería, coño !. – Patrick volvió a ponerse serio – Como mañana vaya a tu apartamento y no tengas un vuelo a no sé dónde, te juro que te cojo de las orejas y te meto en el primer transatlántico que vea para que hagas un crucero en alta mar. Así que ya sabes lo que tienes que hacer, dos semanas de ocio y luego como una puta locomotora a entregar la novela a tiempo. – el tono amenazador de su agente dejo apesadumbrado al tipejo del duelo, dejándole con ese receptor colgado en su oreja  y un mecánico sonido martilleándole el cerebro << tu-tu-tu >>.

Mateo Miler también conocido como “ Mani King “, era un escritor oscuro, insuficiente, mediocre, tirando al montón, pero del lado de la basura. A sus treinta y tres años solo había conseguido un éxito, en los albores de su carrera, un verdadero thriller psicopático de novela negra “ Los ojos rojos del miedo “, siendo éste un gran pelotazo que ni el mismo se lo creía.  La mezcla de toques oscuros con tintes sobrenaturales, muy estilo Bran Stocker, le hicieron reconocer como una joven promesa en el ámbito literario del terror y presentándole como un claro sucesor de Stephen King. Pero la dura realidad a veces pasa factura, la gran armonía, el toque sutil o el hechizo de sus letras no tuvieron parangón con ese fabuloso manuscrito primario, relegándole sin previo a viso al puesto que se merecía y cayendo en ese pozo de los cientos de escritores patéticos en el género del terror de quiero y no puedo, para seguidamente ser masacrado por esos propios críticos que una vez le alzaron a la fama con esas reseñas literarias, reculando ante sus febriles ansias por idolatrarle.

Mani, perdedor acérrimo de su propia soberbia, aun subsistían en columnas de periódicos semanales, dándole pequeños empujones a su banal vida que prácticamente pagaban sus facturas; alquiler, agua, luz y algún que otro capricho si ser demasiado ostentoso. Como cualquier otro escritor en declive, no gastaba demasiado ni en ropa ni en comida, administrándose bien el dinero ante los posibles imprevistos extras de la casa, siendo este una persona que contaba las monedas para llevarlo todo justo. Mani, también sufría ese llamado bloqueo narrativo, el estar siendo sometido constantemente a un estrés le hacían padecer el síndrome de la hoja en blanco. Aun así, él no cejaba en su empeño en proseguir con su pluma y escribir algún que otro manuscrito para la única editorial que aun contaba con él << Gaceta  Empeño S.P >>. Allí entre esos usurpadores de almas, tenía una pequeña minoría de lectores fervientes, que esperaban con ímpetu sus infortunadas noveluchas para ver si podía repetir una vez más ese gran éxito de hacía unos años. Ellos jamás olvidarían que una vez fue grande, ¡ muy grande !, y es por ellos que Maní seguía esperanzando de tarde en tarde a ese público minoritario.

 

 

 

Mirada perdida, boca seca, brazos caídos, cientos de latas de cerveza se amontonaba alrededor del repudiado escriterucho. El suelo, la mesa, el sofá era un campo de minas, un terreno vetado donde varios montículos de vómitos de pestilente aroma eran desperdigados por toda la zona. La catarata de recuerdos a la que estaba siendo sometido, era de difícil superación, llevándole al extremo de la inmundicia. Si, es verdad, Mani seguía en sus trece a pesar de la advertencia Patrick, le costaba horrores olvidarlo, ¡ Qué diablos, él no quería acallar esas voces ! su mente iba una y otra vez a esos pensamientos negativos de ese ser tan puro abrazado entre sus dedos. Charley, un Shubunkin que hacía que la habitación donde el acuario estuviera brillara por sí sola, una gema roja que resplandecía a través del cristal de la pecera. No, ya no estaba, es por ello que Mani se a vegetaba en hundimiento perpetuo donde su cochambroso sofá de cuero muñido le embutía hacia dentro, y donde el sonido de un televisor entraba en bucle continuo con famosos destronados de los años 80 presentando productos de la teletienda. 

Los tres meses de inactividad destinados a ese padecer habían sido un verdadero infierno, una tortura sin precedentes, un suplicio impensado, una efectiva cárcel sin barrotes; mucha fiesta, sexo con mujeres, alcohol, drogas y horas y horas viendo canal playboy. Si realmente el infierno existiera o se pudiera describir como tal, aquello seria solo la antesala del inframundo, donde las pobres almas se resignarían a pasar sus últimos días en esas condiciones. Mani, ya lo estaba probando, solo había puesta su débil pierna entre la fina línea que separaba aquello, viendo con sus propios ojos lo que le esperaba en el más allá, en definitiva, dios le había dado la espalda para no tenderle la mano.

Como escritor que era, ¡ bueno, se podría decir como tal !, debía hostigarse en terminar los plazos de entregas, las presentaciones o pensar en el día de firmas, siempre pendiente de los editores y de la fecha de salida. Pero no, este señorito no había hecho nada de aquello, ni siquiera había tocado su laptop para encenderlo y jugar al buscaminas, tirándose la mayor parte de los días gastándose hasta el último penique en cogerse un pedal del trece sin mirar en el dilema que podía acarrear, un ancho círculo de pagos que iría incrementándose día tras día. ¡ Bueno, sí, disculparme ! es cierto que, si había escrito algo, lo más importante de todo y que dejaba más del 80% realizado, había puesto el título del manuscrito con letras grandes y resaltado en negrita para que pudiera verse a varios metros de distancia, dándole algún asterisco entre el principio y el final como algo exótico. En parte ya tenía la novela terminada, ahora solo le quedaba lo más fácil, una buena historia.

Mani daba volumen al televisor donde las voces de viejos conocidos proclamaban audiencia a los teleadictos de la teletienda, aullando entre coros roncos y objetos superficiales. Mirada fija, boca abierta, los destellos lumínicos de la pantalla emboban hasta el más célebre erudito en letras. No, no podía seguir así. Un giro de cabeza. Una palmeada de mofletes. Pellicos en los muslos. Patrick tenía razón, si seguía por ese camino oscuro el único sitio donde le llevaría seria a un precipicio sin retorno. Tomar un par de días en alguna casa rural para despejarse era una buena opción, desconectar, además él siempre tenía un dicho para estos casos y que en esta ocasión le venía al pelo “ una mente despejada, un paseo por la montaña, un sorbo de café por la mañana es el inicio de un premio Novel “.

Mani, aparto todo lo que tenía encima de la mesa de cristal del comedor, su ánimo había cambiado con un chasquido de dedos y sus neuronas empezaban a reactivarse con pequeños chispazos, cogiendo su ordenador que había estado todo ese tiempo en stand by y lo dejo caer sobre esta, mientras que la mano tonta se acomodaba encima del ratón para deslizarla lentamente en círculos y activar el aparato.6574 mensajes de correo saltaron de golpe. No, Mani no podía perder ahora el tiempo en contestar a su fans, además sabía a ciencia cierta que el 96% de esos mensajes eran de un conocido suyo que le bombardeaba todos los días con fotos y videos guarros, lo único que tenía que tener ahora en mente eran esas dos semanas de vacaciones, por lo tanto cliqueo el icono de internet y se introdujo a conciencia en la búsqueda de una buena ganga hotelera en mitad de la montaña.

De fondo, las ondas adictivas del emisor seguían con ese rosario de productos basuras que hacían que el cerebro del que lo estuviera viendo se convirtiera en mermelada:

<< ¿ Harto de no escuchar el televisor mientras ves porno ?, ¿ cansado de no oír la radio y esos debates apestosos sobre la nación ?, ¿ fastidiado por no poder escuchar a tus vecinos discutir y perderte todo el buen rollo ?. Pues amigo mío, ¡ hoy está usted enhorabuena !, le presentamos el nuevo Feifer RH-2000 un amplificador de sonidos que hace las delicias de cualquier maruja, hasta puede sentir la caída de un alfiler a siete kilómetros de distancia. ¡ Con Feifer RH – 2000 los sonidos son como las trompetas de apocalipsis !. Su diseño extraordinario, pequeño como una pulga y potente como un tractor, puede alojarse en cualquier agujero. Te lo puedes meter en la oreja, te lo puedes insertar en la nariz, dentro de la boca, entre las caries ¡ e incluso en el agujero del culo !. Feifer RH- 2000 es un pinganillo fácil de llevar, fácil de colocar, fácil de guardar, fácil de perder ¡ y fácil de cagarse en su puuuta madre !. Con una cubierta de titanio y una placa MSI Bazofia, este pequeño artilugio hace las delicias de cualquier persona. Es capaz de oír hasta las voces de tu cabeza ¡ Puuuto loco !. Un conjunto tan bueno y completo que su nombre ya lo indica, Feifer RH-2000 un audífono mágico que le transportara a otro mundo sin estar fumado…. >>

Mani seguía abstraído del mundo real, fascinado por esas señales inalámbricas que iban siendo absorbidas sin parpadear, la ruedecita del ratón giraba y giraba de un lado para otro jugueteando entre enlaces, vínculos y link, eliminando de vez en cuando publicidad molesta o programas corruptos que se instalaban a traición, yendo cada dos por tres al historial de navegación para limpiar las cookies y obtener una mejor optimización en ese espacio virtual. Mani se había creado una burbuja hermética, un lugar aislado donde solo las ofertas hoteleras tenían cabida; casas rurales en plena montaña sin ruidos molestos de civilización; chozas rodeadas de vegetación puestas en un pequeño islote en mitad de un lago; cabañas cercadas de nieve sin nada más que una buena chimenea, siendo estas corridas entre páginas y páginas de internet. Algunas de esas búsquedas iban siendo apuntadas en un libreto, otras quedaba guardadas en la nube, las caras eran eliminadas de inmediato, las posibles quedaban suspendidas en la base, las menos se dejaban como ventanas emergentes y las candidatas se cotejaba con el poco capital que ahora poseía, engullendo los minutos en un tiempo loco entre análisis e iconos.

A la par, el televisor seguía en sus trece, incesante, incansable con los últimos desperdicios de la sociedad, centrándose en lo beneficioso que eran los testimonios de gente que compraron el artilugio que vendían:

<< … Hola, me llamo Mihyo Kita Pena y antes oía una mierda. Mi día a día era un infierno, una verdadera tortura, todo el día con el cerumen dentro de mí, apoderándose lentamente de mis órganos internos, engulléndome en una masa gelatinosa que se incrustaba cada vez más dentro de mi ser, taponándome en ese manto amarillento y creando cemento natural. Todo mi mundo, mi seres queridos se fueron al garete; Mi matrimonio por no oír a la parienta, pensaba, << alegría mía >> que aquella mujer se había quedado muda de tanto hablar, de tanto taladrarme por gilipolleces, por decir tantas sandeces de los vecinos, de los amigos, de los familiares, con el “ pum pum “ todo el puto día, sin descanso, sin tregua, humedeciendo su paladar para continuar perforándome el tímpano, pero no, aquella bestia parda no se había quedado muda, << asquerosa >> la culpa solo fue mía, nada más que mía y de mi costrosa mierda que se había fermentado dentro mi oyendo sonidos huecos; Me despidieron del trabajo por dar los buenos días a mi jefe, << animalico >>  la única pega fue que no le vi gritarme desde abajo y me lo lleve con la bola de demolición; Me expulsaron de la iglesia por confesarme en voz baja, << y luego dicen >>  mis desliz amorosos en los prostíbulos no hicieron mucha gracia a las beatas que receban en misa; Del cine por susurrar al teléfono, los operadores digitales no ayudaron en el proceso. De la biblioteca por leer en voz baja, << sin comentarios >>; De la montaña por responder a mi eco, un fuerte alud enterró a mis compañeros. ¡ Pero por fin todo eso ha acabado y ahora soy una nueva persona !. Con Feifer RH-2000 puedo tener una vida plena, una existencia completa, una conducta bajo control. Ya no hace falta limpiarme nunca más los oídos. Ahora puedo escuchar la cisterna de mi vecino del cuarto cada vez que va a mear. El canto de un pájaro emigrando a 3000 pies mientras defeca en nuestras putas cabezas. Conversaciones comprometidas con el jefe del estado Ruso y el de China sin entender una mierda de lo que dicen. Feifer RH- 2000 es el aparato de mis sueños, la máquina perfecta que me transporta a otro tiempo y a otro lugar, un ingenio solo comparable con la bomba atómica…>>

Sus ojos estaban enrojecidos, irritados de tanto fijar la visión, sin parpadeos, sin lagrimeo, sin un estímulo que humedeciera aquel campo de enfoque, llevándole al punto de apuntalar sus dedos índice y pulgar contra aquellas cuencas y frotarlas salvajemente. Si, cierto, debía provocar ese lagrimeo fácil para aliviar el escocer que él mismo se había impuesto, restregarse era lo primordial para no tener efectos secundarios, aquello si no se subsanaba rápido podía derivar a una fuerte jaqueca durante la noche.

Tras ese carrusel de enlaces, las conexiones logradas se convirtieron en información obtenida, dándole una mayor ventaja a la hora de prescindir de algunas ofertas e iniciar con la bolsa de sugeridas. Mani, persona embutida en su mundo multicolor, había elaborado una cartera de mercado, bueno, no exactamente como se describe en su contexto, pero para él aquello se podía considerar con tal, exportando los nexos de un lado a otro para tener una mejor base.  Sus proveedores enseñaban el producto tratado para que la transacción fuera acorde con el beneficio establecido, permutando en alguna que otra variación como producto terminado. Así establecía unos lazos en la trama, tejiendo y entrelazando el mejor servicio para sí mismo.

Un sonido melódico proveniente de los bafles le hizo saltar de golpe, soltándose de inmediato aquella friega en sus ojos y abriendo como un búho los parpados. ¡ Zas !, mensaje de Patrick. Por lo visto su agente le había mandado un correo electrónico, posiblemente cansado de la inutilidad de su apoderado. El rotulo así lo publicaba “ Invitación “, un extraño envió que dejaba a ese escritor bastante intrigado.

Mientras tanto, la teletienda seguía:

<< … ¡ Maaaaays ! ¡ Pero qué me dices !, ¿ acaso hemos tirado la casa por la ventana ? ¿ Nos violaron el culo y ahora solo pensamos que nos metan más cosas por donde amargan los pepinos ?. Es imposible, no puedo creerlo, ¿ el feifer RH-2000, junto con un kit de aparejos de pesca, un cuaderno para colorear y la colección completa de Adam West en su icono personaje de Batman, por solo 1500$ ?. ¡ Pero estamos locos o que !.Eso no es una oferta, ¡ eso es una súper oferta !. Y además si llama ahora, podrá subscribirse gratis a la revista “ ciencia para lerdos, el otro mundo para la gente que le faltan luces y no estamos hablando de las del modem“…>>

Una ligera presión en el clic izquierdo del ratón desvelo el insólito mensaje, el contenido del correo no se hizo aguardar saltado de golpe imágenes, billetes y tickets, solo canjeables en los transportes que se citaban. La incómoda invitación no era más que la preciosa vista de una vieja mansión en lo alto de la montaña, con sus robustos árboles, su precioso acantilado, el maravilloso jardín en forma de laberinto y todo coloreado con un blanco espectral. El manifiesto denotaba que la reforma había sido todo un éxito, mucho dinero gastado, mucho sacrificio, un viejo caserón embrujado como mucha historia detrás, ahora convertido en un encantador hotel.

La tarjeta de asistencia llevaba su nombre, el alias, su profesión y la edad que ahora procesaba, indicando en ese formulario la entrada exclusiva a esa inauguración donde solo él y nueve personas más serían los afortunados durante una semana, y cuyos resguardos debían ser sacados por impresora antes de su uso. Billete especial en avión primera clase de Boston hasta Bruselas; ticket de tren asiento preferente hasta Celles; contacto personal con Lúcás De Haesen en el Bellagio Lounge; y vale individual en minibús con desplazamiento en teleférico hasta el Château des croisés or Château des fils croisés, terminando su recorrido en ese alojamiento excepcional en las cumbres de su castillo.

La carta también explicaba la iniciativa a esa extraña invitación, una exigencia muy acorde al propósito de un excéntrico ricachón, Víctor Lambrechts, retando a los integrantes de esa velada a un juego de lógica, una serie de problemas que llevaría la recepción a otro nivel, pequeñas dificultades que harían las delicias de cualquier cerebrito. Además, estaba el hándicap de que el ganador de esa asistencia se llevaría un millón de dólares libre de impuestos, una verdadera privación para Mani, la cual ayudaría a pagar esos excesos llevados durante esos tres meses que había perdido la cabeza, y es más, mataría dos pájaros de un tiro, haría caso a Patrick y descansaría en un lugar alejado, qué más podía pedir.

Mani quedo algo pensativo, embelesado por la precipitación de los hechos, especulado su interés a la asistencia, aunque no tardó mucho en decidirse, la verdad. El premio que se dotaba en esa convocatoria declinaba la balanza en el lado de la pasta, además debía mirar por su porvenir, aunque las columnas de periódicos o los libros que publicaba le daban algún pellizquito, aquello era otra cosa, podría retirarse tranquilamente a una isla tropical e invertir en bonos del estado para que le rentase a un interés bajo y seguir cobrando un sueldo para toda la vida, adiós preocupación, fuera inquietud.

Pronto, el día terminaría y su vuelo, según el billete, saldría mañana. Algo precipitado, ¡ pero qué diablos ! debía vivir la vida y tirarse de cabeza por la ventana. Por lo tanto Mani dejo sus cávalas a un lado y verifico su asistencia a ese acto, enchufando rápidamente el cable USB a la impresora e imprimió todo aquello con ese siseante sonido mecánico. Línea por línea. Punto por punto. Coma por coma. El eco ahogado del televisor se fundía con esa resonancia, mimetizándose con las sombras, hermanándose en el susurro automático. En la distancia una marcada de hora era citada.

¡ Ding, Ding, Ding !.

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